El nacimiento de Jesús tuvo como propósito seguir el plan de Dios para recordar a la humanidad que Dios es amor, si en nosotros:
- Es templanza de nuestros deseos
- Es ejercicio de nuestros talentos para servir a los demás
- Es generosidad para darnos en abundancia
- Es cuidado de sí mismo
- Es perdón ante la ofensa recibida
- Es gratitud ante los gestos de bondad
- Es admiración de la belleza del presente
- Es aceptación del dolor
- Es vivencia diaria de la espiritualidad
- Es voluntad para ser felices
Pablo de Tarso discípulo de Jesús, escribió en la primera carta a los Corintios, sobre el amor:
“Ambicionad los carismas mejores. Y aún os voy a mostrar un camino mejor.
Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles; si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o unos platillos que aturden.
Ya podría tener el don de predicción y conocer todos los secretos y todo el saber; podría tener una fe como para mover montañas; si no tengo amor, no soy nada.
Podría repartir en limosnas todo lo que tengo y aun dejarme quemar vivo; si no tengo amor, de nada me sirve.
El amor es comprensivo, el amor es servicial y no tiene envidia; el amor no presume ni se engríe; no es mal educado ni egoísta; no se irrita, no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad.
Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites.
El amor no pasa nunca.”