El 23 de diciembre de 1951 en Buenos Aires, Argentina, falleció a la edad de 50 años, Enrique Santos Discépolo, actor, compositor y dramaturgo, quien perdió a su padre a la edad de cinco años, y a su madre a los nueve.
Bajo el manto de su hermano mayor, Armando, Inició estudios para maestro de escuela, pero en el ambiente de teatralidad que exige la docencia, descubrió que era actor. Debutó en la obra el “Chueco Pintos” de Armando Discépolo y Rafael José de Rosa, estrenada por Roberto Casaux el 22 de octubre de 1917.
Discépolo era un testigo cercano de las angustias de las clases trabajadoras y los desposeídos del régimen argentino de la época. Las letras de sus composiciones están impregnadas de un sentimiento social irreverente y libertario. En su momento de esplendor, fue llamado por el presidente Perón, “el más grande poeta popular de Argentina”.
Pero las letras tangueras contenidas en piezas como “Chorra”, “Esta noche me emborracho” y “Que vachaché”, fueron también objeto de censura por el ministerio de la marina, del gobierno anterior a Perón, y posteriormente por el gobierno de facto de 1943, con el objeto de “cuidar el idioma”, hecho que afectó al lunfardo. En El Forjista se cita la respuesta de Discépolo a esta censura:”Me hacen gracia esos que creen que los idiomas los han hecho los sabios. Si la necesidad de un pueblo es capaz de crear un genio, cómo pretenden que se detenga en la creación de una palabra que le hace falta?”
Gardel daría en 1930 inmortalidad a letras como “Yira, Yira”, alcanzando Discépolo renombre mundial. El Forjista, cita a Discépolo, acerca de su explicación a la letra de la canción: “Grité el dolor de muchos, no porque el dolor de los demás me haga feliz, sino porque de esta manera estoy más cerca de ellos y traduzco ese silencio de angustia que adivino. Use un lenguaje poco académico porque los pueblos son siempre anteriores a las academias. Los pueblos claman, gritan y ríen sin moldes”
“Cuando no tengas ni fe
ni yerba de ayer
secándose al sol,
cuando rajés los tamangos
buscando ese mango
que se te haga morfar…”
“Cuando estén secas las pilas
de todos los timbres
que vos apretás
buscando un pecho fraterno
para morir abrazao,
cuando te dejen tirao
después de cinchar
los mismo que amí
y los que estén a tu lao
se prueben la ropa
que vas a dejar…”
Un tango que es emblemático del pensamiento social de Discépolo y de la época que vivió, es Cambalache, expresión que alude en Argentina a la compraventa de bienes de segunda mano. La canción, fue interpretada por Ernesto Famá con el acompañamiento de la orquesta de Francisco Lomuto, en la película El Alma Del Bandoneón:
“El Mundo fue y será una porquería
ya lo sé,
en el quinientos seis
y en el dos mil también”
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¡Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor!…
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¡Todo es igual!
¡Nada es mejor!
¡Lo mismo un burro
que un gran profesor!
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Igual que en la vidriera irrespetuosa
de los cambalaches
se ha mezclao la vida,
y herida por un sable sin remaches
ves llorar la Biblia
contra un calefón…
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¡Siglo veinte, cambalache
problemático y febril!…
El que no llora no mama
y el que no afana es un gil!
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¡No pienses más,
sentate a un lao,
que a nadie importa
si naciste honrao!
Es lo mismo el que labura
noche y día como un buey,
que el que vive de los otros,
que el que mata, que el que cura
o está fuera de la ley…
Discépolo, la voz del pueblo, siguió su propia ruta de actor y compositor, y lo hizo acompañando a sus congéneres, de manera desinteresada, pero consciente de que la felicidad no sólo es un reto personal sino social, que nos invita a enfrentar con coraje la desigualdad social y la injusticia, que son los principales obstáculos a la felicidad general.
JAMES FERNÁNDEZ CARDOZO