Tienes fe en ti mismo? La tienes en los demás? Tenerse fe es creer en sí mismo, es poseer la certeza de que el mayor poder nace de uno, que somos arquitectos del propio destino, y que con nuestros actos podemos alcanzar los sueños. Sin embargo, a menudo nos da temor el creer en nosotros mismos, desvaloramos nuestra capacidad de triunfar y pensamos: “ellos sí, pero yo no”. En ocasiones, tiende a convertirse en deporte nacional desvalorar las hazañas del prójimo: “es que él tiene plata, es que la suerte está con él; claro, mire que está en la rosca…”
Son muchísimas las historias heróicas que nos enseñan como la fuerza de creer en sí mismo pudo conquistar el sueño. En el libro “Napoleón Hill «La Actitud Mental Positiva, Un Camino Hacia el Éxito”, narra una de esas historias así:
“Tom Dempsey; un muchacho de Virginia, nació sin pié derecho y con solo un muñón por brazo derecho. De niño hubiera querido practicar actividades deportivas como los demás muchachos. Sentía un ardiente deseo de jugar al fútbol americano y creía que podía hacerlo. Como consecuencia de este deseo, sus padres le mandaron a hacer un pie artificial de madera, que fue acoplado a una bota especial de fútbol. Hora tras hora, día tras día, Tom hacía prácticas, dándole al balón con su pie de madera. Intentaba una y otra vez efectuar tiros libres a distancia cada vez mayores. Llegó a ser tan hábil que fue contratado por el equipo de los Santos de Nueva Orleáns.
Un día los gritos de 66.910 aficionados pudieron escucharse en todos los Estados Unidos cuando en los dos últimos segundos del partido, Tom con su pierna tullida, batió un record efectuando un tiro libre a 60 metros de distancia. Ello le permitió a los Santos ganar 19 a 17 a los Leones de Deroit”.
Tom tenía fe en sí mismo, pero practicó mucho para demostrar con sus hechos su fe. “Así también la fe, sino tiene obras, es de suyo muerta”, dijo el apóstol Santiago.
Creamos en nosotros mismos pero también en los demás; cree en el hermano, cree en el otro.
Cree y moverás el mundo