Una misión divina de amor

Quien ha encontrado a Dios en su corazón, vive con una misión de amor que es su propósito esencial y que da sentido a su vida. Esta misión de amor puede ser cumplirla ejerciendo nuestras pasiones y dones para el beneficio de la humanidad.

Alcanzar la felicidad a través del amor es la meta de las metas, el fin de los fines. El sentido de una vida está en el amor que podemos dar a los demás. Y cada uno puede expresar su forma propia de dar amor haciendo lo que le es natural a su ser, lo que mejor sabe hacer en beneficio de la sociedad. Si nos decidimos a hacer lo que pide nuestro corazón, la vida se armonizará y fluirá con facilidad, pues nuestras pasiones primordiales nos llevarán a hacer lo que verdaderamente amamos, y esto permitirá satisfacer las necesidades de la humanidad, atrayendo más y más todo aquello vinculado a lo que gozamos, lo que amamos hacer. El sentido de una vida, que consiste en la dirección de nuestras intenciones y propósitos, se encuentra en el servicio a los demás, en hacer lo que amamos por amor a todos.

JAMES FERNANDEZ CARDOZO


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