Vivir en lentitud

La vida transcurre con lentitud ante nosotros. En la mañana las flores se abren con lentitud, los rayos de sol caen lentamente y en la noche nos abraza con lentitud la brillantez lunar. Los segunderos de un reloj avanzan sin prisa, como recordándonos que el tiempo que mide transcurre lentamente. Pero no reparamos en ello. El afán de producir y luego consumir nos hace vivir a toda velocidad y competir con los demás sin poder saborear el gusto por la vida. Terminamos ansiosos o deprimidos, porque vivir de prisa constituye uno de los principales distractores de la felicidad.

Una cura para estos trastornos es llevar una vida que trascurra con lentitud. Realizar deliberadamente cada actividad con tal lentitud que nos permita disfrutar de la actividad, alejando pensamientos sobre el pasado y el futuro y solo entregarnos a la realidad que transcurra ante nuestras vidas. Al principio escucharemos las protestas de los demás por el cambio de ritmo de nuestra vida. Pero en nuestro interior habremos conquistado el primer paso a una vida con serenidad y paz.


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