El 29 de diciembre de 1926, moriría en suiza el poeta Rainer María Rilke, autor de las obras Elegías de Duino, los Sonetos a Orfeo, Cartas a un Joven poeta, y los Cuadernos de Malte Laurids Brigge.
Rilke, en la obra Cartas a un Joven Poeta, aconseja a quien va a prestar servicio militar, el joven Franz Kappus, quien se interroga sobre cómo hacer una buena obra de arte. Rilke le invita a entrar en sí mismo, y buscar las razones que le impulsan a escribir, y si estas razones han extendido sus raíces en lo más profundo del corazón. Preguntarse solemnemente en la noche silenciosa si debe escribir, y si la respuesta es sencillamente afirmativa construir una vida que se convertirá en signo y testimonio de esta necesidad vital. Entregarse a esta necesidad que es un destino, con su carga y su grandeza, sin preguntarse por recompensa alguna.
Si orientamos nuestros deseos a una necesidad vital, y no a los señuelos del entretenimiento moderno, correremos tras los dictados de nuestro corazón, y seremos fieles a nosotros mismos.
La felicidad se consigue en la satisfacción de los deseos, pero no de cualquier tipo de deseos sino de aquellos que se orientan a nuestras auténticas y profundas necesidades.