Autor: James

  • Navidad

    La noche en que nació Jesús es hoy celebrada en todo el mundo, reviviendo un momento de la historia anunciado históricamente por profetas y que hizo parte del viaje heroico que emprendió Jesús desde la eternidad, al mundo de los hombres.

    Este viaje de Jesús se inició con la vivencia en el cielo con su padre, nuestro Dios, quien le encomendó visitar a la tierra para enviar un mensaje de exhortación al amor a toda la humanidad, desviada hasta entonces en el egoísmo, la desigualdad y la injusticia. El viaje y el nacimiento entre el mundo de los hombres fue precedido de pruebas como la persecución de Herodes y las condiciones de pobreza de sus padres terrenales.

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    El crecimiento y madurez del enviado celestial también fue objeto de numerosas pruebas: la incomprensión de su mensaje, la sospecha sobre sus milagros, la traición de su discípulo Judas y la agonía en el huerto de Getsemaní.

    La prueba suprema vivida por Jesús ocurrió con un calvario y su propia muerte, aceptados por él como una prueba suprema de amor a los hombres, y que significó para los tiranos de la época la consolidación de una victoria.

    Sin embargo, Jesús resucitó al tercer día, cumpliéndose así la profecía divina de vida eterna para todos los que en él creen. En su camino de regreso al mundo celestial del padre, tuvo la oportunidad de compartir y reiterar su doctrina de amor y solidaridad con sus compañeros de viaje.

    Hoy Jesús mora con su padre, pero quienes seguimos su enseñanza sentimos vivo su legado de amor y solidaridad, especialmente en la noche buena en que las familias de los pueblos del mundo celebramos con felicidad su nacimiento.

  • Enrique Santos Discépolo

    El 23 de diciembre de 1951 en Buenos Aires, Argentina, falleció a la edad de 50 años, Enrique Santos Discépolo, actor, compositor y dramaturgo, quien perdió a su padre a la edad de cinco años, y a su madre a los nueve.

    Bajo el manto de su hermano mayor, Armando, Inició estudios para maestro de escuela, pero en el ambiente de teatralidad que exige la docencia, descubrió que era actor. Debutó en la obra el “Chueco Pintos” de Armando Discépolo y Rafael José de Rosa, estrenada por Roberto Casaux el 22 de octubre de 1917.

    Discépolo era un testigo cercano de las angustias de las clases trabajadoras y los desposeídos del régimen argentino de la época.  Las letras de sus composiciones están impregnadas de un sentimiento social irreverente y libertario. En su momento de esplendor, fue llamado por el presidente Perón, “el más grande poeta popular de Argentina”.

    Discépolo

    Pero las letras tangueras contenidas en piezas como  “Chorra”, “Esta noche me emborracho” y “Que vachaché”, fueron también objeto de censura por el ministerio de la marina, del gobierno anterior a Perón, y posteriormente por el gobierno de facto de 1943, con el objeto de “cuidar el idioma”, hecho que afectó al lunfardo. En El Forjista se cita la respuesta de Discépolo a esta censura:”Me hacen gracia esos que creen que los idiomas los han hecho los sabios. Si la necesidad de un pueblo es capaz de crear un genio, cómo pretenden que se detenga en la creación de una palabra que le hace falta?”

    Gardel daría en 1930 inmortalidad a letras como “Yira, Yira”, alcanzando Discépolo renombre mundial. El Forjista, cita a Discépolo, acerca de su explicación a la letra de la canción: “Grité el dolor de muchos, no porque el dolor de los demás me haga feliz, sino porque de esta manera estoy más cerca de ellos y traduzco ese silencio de angustia que adivino. Use un lenguaje poco académico porque los pueblos son siempre anteriores a las academias. Los pueblos claman, gritan y ríen sin moldes”

    “Cuando no tengas ni fe

    ni yerba de ayer

    secándose al sol,

    cuando rajés los tamangos

    buscando ese mango

    que se te haga morfar…”

    “Cuando estén secas las pilas

    de todos los timbres

    que vos apretás

    buscando un pecho fraterno

    para morir abrazao,

    cuando te dejen tirao

    después de cinchar

    los mismo que amí

    y los que estén a tu lao

    se prueben la ropa

    que vas a dejar…”

    Un tango que es emblemático del pensamiento social de Discépolo y de la época que vivió, es Cambalache, expresión que alude en Argentina a la compraventa de bienes de segunda mano. La canción, fue interpretada por Ernesto Famá con el acompañamiento de la orquesta de Francisco Lomuto, en la película El Alma Del Bandoneón:

    “El Mundo fue y será una porquería

    ya lo sé,

    en el quinientos seis

    y en el dos mil también”

    ………………….

    ¡Hoy resulta que es lo mismo

    ser derecho que traidor!…

    ……………………………….

    ¡Todo es igual!

    ¡Nada es mejor!

    ¡Lo mismo un burro

    que un gran profesor!

    …………………………..

    Igual que en la vidriera irrespetuosa

    de los cambalaches

    se ha mezclao la vida,

    y herida por un sable sin remaches

    ves llorar la Biblia

    contra un calefón…

    …………………………………….

    ¡Siglo veinte, cambalache

    problemático y febril!…

    El que no llora no mama

    y el que no afana es un gil!

    …………………………………..

    ¡No pienses más,

    sentate a un lao,

    que a nadie importa

    si naciste honrao!

    Es lo mismo el que labura

    noche y día como un buey,

    que el que vive de los otros,

    que el que mata, que el que cura

    o está fuera de la ley…

    Discépolo, la voz del pueblo, siguió su propia ruta de actor y compositor, y lo hizo acompañando a sus congéneres, de manera desinteresada, pero consciente de que la felicidad no sólo es un reto personal sino social, que nos invita a enfrentar con coraje la desigualdad social y la injusticia, que son los principales obstáculos a la felicidad general.

    JAMES FERNÁNDEZ CARDOZO

  • La Fe

    Tienes fe en ti mismo? La tienes en los demás? Tenerse fe es creer en sí mismo, es poseer la certeza de que el mayor poder nace de uno, que somos arquitectos del propio destino, y que con nuestros actos podemos alcanzar los sueños. Sin embargo, a menudo nos da temor el creer en nosotros mismos, desvaloramos nuestra capacidad de triunfar y pensamos: “ellos sí, pero yo no”. En ocasiones, tiende a convertirse en deporte nacional desvalorar las hazañas del prójimo: “es que él tiene plata, es que la suerte está con él; claro, mire que está en la rosca…”

    Son muchísimas las historias heróicas que nos enseñan como la fuerza de creer en sí mismo pudo conquistar el sueño. En el libro “Napoleón Hill «La Actitud Mental Positiva, Un Camino Hacia el Éxito”, narra una de esas historias así:

    “Tom Dempsey; un muchacho de Virginia, nació sin pié derecho y con solo un muñón por brazo derecho. De niño hubiera querido practicar actividades deportivas como los demás muchachos. Sentía un ardiente deseo de jugar al fútbol americano y creía que podía hacerlo. Como consecuencia de este deseo, sus padres le mandaron a hacer un pie artificial  de madera, que fue acoplado a una bota especial de fútbol. Hora tras hora, día tras día, Tom hacía prácticas, dándole al balón con su pie de madera. Intentaba una y otra vez efectuar tiros libres a distancia cada vez mayores. Llegó a ser tan hábil que fue contratado por el equipo de los Santos de Nueva Orleáns.

    Un día los gritos de 66.910 aficionados pudieron escucharse en todos los Estados Unidos cuando en los dos últimos segundos del partido, Tom con su pierna tullida, batió un record efectuando un tiro libre a 60 metros de distancia. Ello le permitió a los Santos ganar 19 a 17 a los Leones de Deroit”.

    Tom tenía fe en sí mismo, pero practicó mucho para demostrar con sus hechos su fe. “Así también la fe, sino tiene obras, es de suyo muerta”, dijo el apóstol Santiago.

    Creamos en nosotros mismos pero también en los demás; cree en el hermano, cree en el otro.

    Cree y moverás el mundo

  • George Eliot o Mary Ann Evans

    Un 22 de diciembre de 1880, en Londres fallecería George Eliot, seudónimo utilizado por la escritora británica Mary Anne Evans.

    Nació en 1819 en el seno de una sociedad en que las escritoras creaban prosa y poesía romántica para mujeres, pero Mary Anne Evans, en contravía de esa costumbre de época, decidió seguir su llamado interior para escribir en el marco del realismo psicológico y social, lo que le llevó a elegir como seudónimo un nombre masculino.

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    En 1858, Charles Dickens le hizo saber a la escritora que sospechaba que el autor de los escritos de Eliot, no fueran los de un hombre, puesto que “… creía que ningún hombre ha tenido hasta ahora el arte de hacerse a sí mismo, mentalmente, tan como una mujer, desde el inicio del tiempo….”

    Una frase célebre de Eliot, fue la siguiente:

    “Hay muchas personas que adquieren la costumbre de ser infelices.”

    La felicidad es una experiencia personal, que sólo se adquiere mediante ciertos hábitos, el primero de ellos el de vivir conforme a nuestros auténticos deseos. Es un hábito que requiere valentía para enfrentar las tendencias de la época en que se vive, tal como ocurrió con Mary Anne Evans.